Actualmente, la protección de los recursos naturales es fundamental para sostener la cadena alimenticia de una población creciente y que se proyecta alcanzará los 9.700 millones de personas en el 2050.
Hoy consumimos 8.000 km3 de agua por año y lo que evidencian los estudios es que, de continuar así, el consumo para el 2050 sería de 12.000 km3 por año. Esto implicaría llegar al límite del recurso hídrico disponible en nuestro planeta. Frente a este alarmante escenario, el ideal de consumo nos exige ser 35% más eficientes en el uso de este preciado líquido.
Ahora bien, a pesar del consumo elevado de agua, se evidencia que el 40% de la población mundial carece de ella. Esta escasez está ligada a indicadores físicos y económicos: los primeros son aquellos que demuestran la ausencia de este recurso en las regiones, y los segundos son los que se relacionan con la falta de insumos para movilizarla y abastecer las comunidades.
Debido a esto, calcular y evaluar el consumo de agua es un tema que se vuelve prioridad dentro de las agendas de las organizaciones alrededor del mundo. De ahí que el término “Huella de Agua” sea cada día más común y se use para medir la cantidad de H2O utilizada en la producción de cada uno de los bienes y servicios que consumimos diariamente.
La producción agrícola demanda entre un 70% y un 75% del agua en el mundo; en tal sentido, es indispensable crear alternativas para el uso sostenible de este recurso. El agua usada en este tipo de producción se puede clasificar en: agua verde, la cual es consumida por los cultivos y de alguna manera regresa nuevamente al ecosistema; agua azul, que son todas las fuentes hídricas que usamos para el riego de los cultivos; y agua gris, que se cataloga como el recurso que sale después del proceso de cultivo y la cual puede contener algunos contaminantes.
Sin duda alguna, la nutrición de cultivos hace parte de las alternativas sostenibles para el uso de H2O y es una de las formas más eficientes que tienen los #ProductoresParaElFututo de optimizar su uso en la agricultura, de forma responsable con el ambiente. Brindar los nutrientes que el suelo necesita, con fertilizantes a base de nitratos, también permite desarrollar una producción de alimentos rentable, ya que se ahorran desperdicios de agua gris, asegurando que el cultivo utilice solo la cantidad necesaria de agua para su desarrollo.
Por eso, desde Yara estamos comprometidos con la reducción de la Huella del Agua, no solo como parte de la aplicación de soluciones basadas en nitratos, sino en los procesos mismos de producción con nuestros fertilizantes. Continuamente, buscamos disminuir el consumo de agua azul y transferimos conocimiento para hacer un uso eficiente de este recurso. ¡Así trabajamos para alimentar al mundo de manera responsable y proteger el planeta!