La perspectiva del ciclo de vida de los fertilizantes

Producción, transporte y el uso de fertilizantes minerales contribuyen en manera directa e indirecta a emisiones de gases de invernadero, más notable el dióxido de carbono (CO2) y óxido nitroso (N2O). Los fertilizantes también mejoran la productividad agrícola, y estimulan la absorción de CO2 por parte de las plantas. Mejoran su rendimiento y reducen la necesidad de poner terreno virgen bajo el arado, así evitando emisiones de gases invernadero por el cambio en el uso de las tierras.

 

Optimizar la producción de fertilizantes

catalizadores

Usamos el nitrato de amonio como ejemplo, siendo el fertilizante más comúnmente aplicado en la agricultura europea. Se fabrica a base de amoníaco y ácido nítrico. Su huella de carbono depende del consumo de energía, la materia prima que se usa para la producción de amoníaco, y las emisiones de N2O en la producción de ácido nítrico. La Unión Europea ha definido el concepto de “mejores tecnologías disponibles” (BAT – Best Available Technologies) para definir estos procesos. Aplicando BAT resulta en unas emisiones totales de 3.6 kg de CO2por kilo de N para fertilizantes que usan nitrato de amonio como fuente de nitrógeno.

Eso es 50% menos que las emisiones de una planta promedia europea que no opera con BAT. Plantas fuera de Europa en general tienen una huella de carbono más grande que el promedio europeo. Las plantas de Yara se califican como las más eficientes del mundo en consumo de energía.

También hemos desarrollado e implementado tecnología catalizador que dan una reducción de 90% en las emisiones de N2O de las plantas de ácido nítrico. Como resultado, los fertilizantes de Yara que se venden en los países nórdicos tienen una huella de carbono muy baja, por debajo del nivel europeo de BAT, y cumplen con el estándar de emisiones impuesto por la industria alimentaria de Suecia para etiquetado climático (4 kg CO2 por kg N).

Optimizar el uso de fertilizantes

Gráfico de huella de carbono

El impacto general y el potencial de mitigación del manejo de fertilizantes referente a las emisiones de gases invernadero son factores importantes. La huella total promedio de carbono en el uso de fertilizantes a base de nitrato de amonio es de 5.6 kg equivalentes de CO2por kg de N aplicado. Gestión mejorada del nitrógeno puede reducir las emisiones en manera significativa, dependiendo de las condiciones del suelo y del clima.

Es importante que los agricultores se aseguran de que el tipo, la cantidad y el tiempo de aplicación del nitrógeno no resultare en una pérdida significativa por denitrificación, volatilización o lixiviación. Una buena estructura en el suelo mejora la eficacia en el uso del nitrógeno y reduce las pérdidas de N2O. Optimizar la eficiencia de nitrógeno es la clave para mantener y hasta incrementar la productividad y las ganancias del campo.

Programas de fertilización desarrollados por Yara ayudará a escoger el producto correcto y aplicarlo en la manera más eficiente. Una gama de sistemas de gestión sin tecnología y herramientas BAT como el N-Sensor™ y el N-Tester™ y programas en la red como Megalab™, asisten al agricultor en mantener altas sus ganancias, y bajo el impacto ambiental.

Ensayos de campo de varias fincas de Alemania, examinaron el efecto en la aplicación de fertilizantes usando el N-Sensor. Los resultados mostraron que el uso del N-Sensor incrementó el rendimiento con 6%, reduciendo el consumo de fertilizantes nitrogenados unos 12% y reduciendo la huella de carbono entre 10 a 30%.

yara N sensor

 

Evitar el cambio en el uso de suelos

La tierra cultivable es un recurso limitado y hay que usarlo en la manera más apropiada para asegurar una producción agrícola sin cambio de uso de suelos. Quitando la vegetación nativa como bosques tropicales, representa hasta 20% de las emisiones de gases invernadero a nivel global. Evitar el cambio en uso de suelo y las deforestaciones son por eso entre los objetivos principales en la protección del clima. 

Los suelos productivos tienen los contenidos de carbono más bajos de todos los tipos de suelos, excepto desiertos y semi-desiertos. Intensificando la producción agrícola puede salvar los bosques tropicales, las sabanas y los humedales contra una conversión. Por eso el efecto es positivo en el equilibrio del carbono.